“Spectre”, nos narra la misión secreta que James Bond, interpretado por el británico Daniel Craig, decide emprender tras haber recibido un críptico mensaje del pasado, enviándolo así a México D.F. para encontrar al hombre que piensa hacer de nuestra ciudad puros escombros al querer volar un estadio. A partir de ahí, se encadena una serie de eventos que llevaran a Bond a recorrer diferentes ciudades alrededor del mundo, incluyendo Roma, Londres, y Oujda, con el fin de acabar con Blofeld (Christoph Waltz) el líder de una siniestra organización conocida como “Spectre”.
Respecto al demás elenco, no podríamos quedarnos menos
conformes con la actuación del antagonista de esta entrega, Christoph Waltz. Nos
ofrece una actuación un tanto escasa, ya que después de verlo en grandiosos
papeles de villano en algunas películas de Tarantino, uno entra a la sala con
expectativas muy altas, lo cual puede repercutir tal y como pasó en esta nueva
entrega de James Bond. Y pasando al trabajo femenino, Léa Seydoux, la chica Bond de esta secuela no
termina de convencer. Como que no hay esa conexión entre Léa y Craig, por lo
tanto no vemos esa relación entusiasmada al verse inmersa en la acción.
En aspectos técnicos el filme no defrauda para nada, y gran
parte del mérito lo tiene el cinematógrafo Hoyte van Hoytema, quien nos regala
unas secuencias de acción con un manejo de cámara bastante bueno. Lo que el
pega al filme es que el argumento narrativo no está a la altura de su
predecesora. Muchos se quejaron de “Skyfall” por que pecaba de solemnidad, de
que se tomó muy en serio, lo cual le dio un aire muy interesante a la saga 007,
sin embargo en “Spectre”, Sam Mendes decide volver al esquema burlón e
irreverente de Pierce Brosnan.
“Spectre” nos queda a deber, en torno al contenido narrativo,
centrándose completamente en sus escenas de acción, dejando en segundo plano el
desarrollo argumentativo del filme y de sus personajes. La nueva aventura de
James Bond abre con una secuencia memorable para nosotros como mexicanos, pero
con el correr de los minutos y con el transcurso de la floja narrativa, se
pierde en el tumulto de las explosiones y balas, perdiendo así su inspiración.