El
filme nos transporta muy bien a la década de los 50, cuando apenas empezaban
las superproducciones de los grandes estudios americanos. Se podría decir que
es una parodia del viejo Hollywood, y al mismo tiempo un homenaje. La línea
narrativa de la película sigue a Eddie Mannix (Josh Brolin), jefe del estudio, a quien se le viene el mundo encima
cuando le dan el aviso de que su actor estelar ha sido secuestrado, mientras
filmaban la película que pretende dejarle millones de dólares al estudio.
En
aspectos técnicos no hay ningún reproche. La fotografía del maestro Roger
Deakins es inmejorable. El diseño de producción es bastante bueno, de verdad te
sumerges en la década dorada de Hollywood. La edición de sonido cumple, como en
todas las obras de los hermanos Coen, al igual que la banda sonora, a pesar de
no ser la mejor de sus filmes.
“¡Ave,
César!” es divertida, con puntadas muy buenas, con personajes cínicos y
tiernos. Tiene tanto de crítica como de añoranza, empero, no se alcanza a ver o
apreciar que la obra en cuerpo entero funcione. Sí, la sátira está muy bien servida,
pero no va mucho más allá, se queda en la superficie. El primer acto transcurre
en un terreno que parece que puede volar, sin embargo, no lo hace. Sólo vemos
una colección de anécdotas súper cargadas de un humor ácido, con uno que otro
altibajo en el camino. No es de las mejores películas de los Coen, a
comparación de lo que nos tenían acostumbrados.
Es
una cinta que te diviertes al verla, ya que es una golosina visual, con personajes
cómicos muy bien elaborados, pero en su conjunto se queda corto, empero, es una carta de amor brillante
a una época pasada del cine.
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