miércoles, 4 de septiembre de 2013

"El Laberinto del Dragón"

Marco era un chico egoísta y rebelde, no le iba muy bien en la escuela, incluso reprobó año. Tenía una mamá cariñosa y amorosa, que se quedó viuda después de la muerte de su esposo, padre de Marco. El niño era una persona que no apreciaba las cosas que tenía e incluso despreciaba el amor que le daba su madre. Un día después de terminar la escuela, cabe decir que ese mismo día habían dado la boleta, Marco llegó a su casa contento porque lo habían invitado a la fiesta de una niña que le gustaba, no estaba enojado por las calificaciones. Le entregó la boleta a su mamá para que la firmara, la madre se enojó con el por sus pésimas notas y le pregunto porque había sacado malas calificaciones. Marco le respondió que fue culpa de los maestros, que no saben dar clases. La mamá se enfureció y decidió castigarlo no dejándolo ir a la fiesta, Marco explotó de enojo y la insultó diciéndole malas palabras. Le dijo que ojala ella hubiera fallecido en vez de su padre, la mamá soltó unas lagrimas y le dio una bofetada. Marco se fue a encerrar al sótano, donde solo había unas cajas y un viejo sofá. Empezó a llorar de coraje y tristeza, pasó un rato, cuando de repente escuchó unos pequeños golpecitos debajo de él, como si el sofá le estuviera pegando esos golpecitos. Se levantó del sofá asustado, empezó a escuchar los golpes de nuevo, y se dio cuenta que provenían del sofá. Se acerco a él, quitó los cojines de encima y de repente vio un hoyo. Estaba atónito, observó de nuevo para ver lo que había visto era real, vio en el hoyo unas escaleras muy largas, decidió bajarlas.

Cuando bajó las escaleras, encontró un túnel delante de él, no se veía nada porque estaba muy oscuro, lo atravesó y de pronto apareció una luz brillante que lo cegó por unos segundos. Abrió los ojos y encontró un hermoso paisaje, lleno de árboles y colinas. Estaba que no se la creía, caminó unos cuantos pasos cuando de la nada apareció un unicornio que se lo llevó por accidente, Marco estaba asustado. El unicornio siguió corriendo hasta que se levantó y dejó caer a Marco al suelo. Se quedó adolorido y empezó a escuchar una voz que le dijo: “¿Estás bien muchacho?”. Era un anciano con barba café y pelo largo. Marco le respondió que estaba bien, le preguntó quién era, y el anciano le respondió: “Me llamo Javier”. Le dio las gracias por levantarlo del suelo y luego se iba presentar pero lo interrumpió Javier diciéndole que ya sabía quién era. “Eres Marco, ya lo sabía”, le dijo Javier. Marco se quedó sorprendido, le pregunto cómo sabía su nombre. Javier le respondió: “Lo leí en el grabado de tu playera”. Sonrió y le preguntó en donde estaba, Javier le respondió esta estaba en el cielo. Marco le preguntó asustado si ya se había muerto, Javier se empezó a reír, le dijo una broma. Le dijo que todas sus preguntas iban a ser contestadas por el mago de la sabiduría, entonces fueron con él. Llegaron a la cabaña del mago y cuando entró Marco se dio cuenta que el mago mismo era su propio padre, se dieron un gran abrazo, y le preguntó a su padre que si no había muerto, el padre le contestó que él siempre ha estado a su lado. Sorprendido y feliz Marco le preguntó si había alguna manera de poder salir de ahí y regresar con su madre. El padre le dijo que la única forma de salir era por la puerta de plata que estaba pasando las grandes colinas, pero para abrir la puerta primero necesitaban encontrar la llave, la cual estaba en el laberinto del dragón.  Entonces los tres se encaminaron hacia el laberinto.

Cuando llegaron, vieron a un gran dragón parado enfrente del laberinto, que les dijo que solo tenían podía pasar una persona y les dio un reloj de arena. “Si el tiempo del reloj acaba, el que entró ya no puede salir”, dijo el dragón. Marco estaba muy confiado de encontrar la llave, entonces decidió ser él quien iba ir por la llave, Javier le prometió que si encontraba esa llave le iba dar su pluma de la suerte. Marco sonrió y les aseguró que no iba tener ningún problema en encontrar la llave. Su papá le recordó que siempre iba estar a su lado, y luego Marco entró al laberinto del dragón. Estaba oscuro y hacía mucho frío, se sentía como si todo lo que había ahí era tristeza y dolor. Marco empezó a avanzar más rápido, no había ningún ruido mas que el soplido del viento, el laberinto estaba hecho de rocas, de pronto encontró un letrero que decía: “Nos interesan los demás cuando se interesan por nosotros”. Marco se quedó pensando por varios minutos, y siguió caminando, de pronto apareció un duende que le pidió ayuda porque su amigo estaba atascado en unas rocas. Marco no quería perder tiempo del reloj y siguió caminando, pero luego lo pensó dos veces y fue a ayudar al duende, le quitó todas las rocas de encima y el duende le dio las gracias.

Siguió caminando y se volvió a encontrar otro letrero que decía: "Es peor no querer aprender que no saber”. Marco no entendió lo que quiso decir el letrero y siguió su camino, después delante de él había 2 caminos, uno  tenía un letrero que decía que era el camino más corto pero el más peligroso, y el otro decía el camino más largo pero más seguro. Marco decidió irse con lo más sencillo sin importar el peligro porque le daba más flojera irse por el largo, entonces caminó y luego el camino se empezó hacer más peligroso porque cada vez el camino se hacía más delgado por donde podías caminar. El camino se cortó y había una cuerda para poder cruzar, Marco saltó y la cuerda se rompió pero se agarró de una roca y no cayó. Al ver que el camino era muy peligroso prefirió regresarse e irse por el camino seguro aunque fuera más largo el tramo.

Ya faltaba poco para encontrar la llave, siguió caminando, ya estaba muy cansado, el tiempo del reloj se estaba agotando, y con sus últimas fuerzas que le quedaban siguió caminando. Otra vez se encontró otro letrero que decía: “Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas”. Siguió caminando ya casi sin fuerzas, y a lo lejos vio una llave dorada y enfrente de ella estaba la puerta de plata. Corrió por la llave y de repente apareció el dragón, le dijo que nadie lo puede pasar porque todos le tienen miedo. Marco le dijo que no le tenía miedo, pero en realidad si le tenía. El dragón empezó a escupirle fuego y aventarle piedras, Marco estaba herido, y quedaba poco tiempo. El dragón le lanzó una piedra enorme que iba justo directo a él, y antes de que le cayera encima Marco cerró sus ojos y gritó: “¡Tu ganas, en realidad si te tengo mucho miedo!”. Abrió sus ojos y no había nada enfrente de él, el dragón había desaparecido, la llave tampoco estaba, ya no sabía qué hacer estaba desesperado. De pronto escuchó la voz de su padre: “Desde el principio has llevado contigo la llave, solo que no te habías dado cuenta porque tú mismo la habías ocultado con tu egoísmo y tus mentiras”. Marco se quedó pensando por un momento. De repente apareció su padre que la llave está en su corazón, entonces se dio cuenta que no existía tal llave, quedaba poco tiempo en el reloj, la puerta estaba cerca, corrió hacia ella. La puerta se estaba cerrando, Marco le gritó a su padre que viniera con él para estar unidos otra vez como familia, el padre le dijo que siempre va estar con él, el laberinto empezó a colapsarse. 

Marco se aventó hacia la puerta y justo después caer adentro de la puerta... despertó con el grito de su madre: “Marco la cena está servida”. Marco estaba en su viejo sofá en el sótano de su casa, se puso a pensar que todo lo había soñado. Subió a cenar con su madre, y se disculpó con ella, le dijo que nunca más le iba a faltar al respeto y que iba subir sus calificaciones. Los dos se sentaron a cenar y la madre le preguntó: “¿Marco de donde sacaste esa pluma?”, Marco no comprendió lo que le preguntó, “La pluma que está en el bolsillo de tu playera” le dijo su madre. Marco miró su bolsillo y estaba la pluma de la suerte. “¿Donde la conseguiste?”, le preguntó la mamá y Marco le respondió: “Es un largo sueño”.

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