lunes, 5 de mayo de 2014

"Mi Último Viaje"


Qué extraña sensación tengo, escucho un bullicio a mi alrededor. Veo borroso, cada segundo veo más obscuro. Siento que me muevo, pero sin mover un dedo. De pronto, siento algo en mi brazo, como un piquete de mosco, poco a poco me voy perdiendo en mis pensamientos. Cada vez se me nubla más la vista, no alcanzo a percibir las luces que me rodean. Me pregunto: ¿Acaso estoy soñando? Tengo una extraña sensación, como si estuviera flotando en el espacio, veo las estrellas girar a mi alrededor. De repente, todo se obscurece, como si hubiera caído una manta negra justo encima de mí, no veo nada. Solo alcanzo a percibir una ligera sombra  a la distancia, tiene forma de persona, empiezo a preguntarle cosas:
-      ¿Estoy soñando?, ¿quién eres tú y en dónde estoy?
La sombra no me responde, pero se sigue acercando a mi.
-       ¿Qué hago aquí, quién eres?, pregunto.
Pero no oigo respuesta alguna, estoy confundido y a la vez, con un poco de miedo. Volteo para buscar a la sombra, pero ya no está, se ha ido. Empiezo a escuchar unos gritos, estoy casi seguro que los había escuchado antes.  Se escucha más fuerte la voz, y recuerdo que la voz provenía de mi maestra. Me encuentro en mi salón de clases, estoy en primaria, ¿acaso regresé a mi pasado? No entendía lo que estaba pasando, no sé si era un sueño o un recuerdo. Lo que sí sabía, era que todo parecía real, mis amigos, las mesas, el pequeño pizarrón verde. Me siento como un fantasma, como si no estuviera ahí. De todas  maneras, estoy feliz de estar de vuelta con mis amigos, podía ver  a Gabriel y Mario al otro lado del salón. Me alegro de volver a verlos, justo cuando me paro de mi asiento para ir a platicar con ellos, suena el timbre de la escuela.
Siento como si el tiempo pasara mucho más rápido. Es hora de recreo, salimos todos a jugar futbol, yo siempre soy el portero. Nunca me meten goles, ya que la portería es pequeña. Aunque está el sol radiante, siento un poco de frío, tal vez es un escalofrío. Viene Juan a cobrar el penal, tira y lo detengo, justo cuando caigo al piso, mi cabeza rebota contra el suelo bruscamente. Me quedo en el suelo varios minutos, vuelvo a sentir la misma extraña sensación que antes. Escucho un bullicio a mi alrededor, pero no quiero abrir los ojos porque me da pena que vean mi cara con un gesto de dolor. Se disminuye el dolor, y simultáneamente se quita el bullicio, ahora todo es silencio.

Abro los ojos, me encuentro solo en la obscuridad, empiezo a ver la misma sombra que antes. Estoy confundido, no sé que está pasando. Siempre cuando tengo miedo, pienso en mi madre, de pronto aparezco en mi cama. Escucho la voz de mi madre decir:
-      Hijo, ya levántate se te va ser tarde para la escuela.
Estoy en mi casa de nuevo, tanto tiempo sin verla, sigue igual de fea, pero igual de acogedora. Me levanto de mi cama y bajo a desayunar los huevos rancheros, que son la especialidad de mi mamá. Me siento en la mesa de la cocina, y alcanzo a percibir la voz de mi papá. Siempre en su oficina hablando por teléfono por su trabajo. Prendo la televisión, y está en el canal deportivo, veo el resumen del futbol. Acabo mi desayuno y me voy corriendo a la esquina de mi calle, para alcanzar al camión que pasa todos los días a las seis de la mañana. Apenas alcanzo el camión, y me siento donde siempre, en el último lugar del lado derecho. Me pongo mis audífonos, los conecto a mi reproductor MP3, y empiezo a escuchar música. La escuela está a quince minutos de mi casa, es hora de la pequeña siesta. En el transcurso del camino, empiezo a sentir frío. Meto mis manos en los bolsillos, pongo mi mochila como almohada y me quedo dormido.
 Estoy soñando de nuevo, vuelvo a estar con mi vieja amiga, soledad. Vuelvo a escuchar la voz de antes:
-      ¿Lo estás disfrutando?
Me da otro escalofrío, siento que mi sangre se congela, mis músculos se paralizan. Es la misma sombra. Me pregunta cosas que apenas alcanzo a percibir.
-      ¿Me recuerdas?, soy tu viejo amigo. Siempre he estado junto a ti, solo que tú no me haces caso. Por eso te invité a este viaje.
-      ¿Cuál viaje?, ¿no estoy soñando?.- pregunto muy confundido.
Todo es obscuridad, solo escucho la voz de mi viejo amigo. Siento su presencia cerca de mi, como si estuviera dentro de mi cuerpo. Y luego escucho su voz grave decir:
-      Estás en el último viaje de tu pobre y miserable vida, el que todos tenemos que pasar.
Me pierdo en sus palabras, no encuentro palabras para responderle, como si se me hubiera olvidado cómo hablar. Siento un hueco grande en mi interior, un vacío enorme yace dentro de mi. Y de pronto, pienso en ella, la mujer más hermosa del universo. Recuerdo su dulce aroma, cabello castaño, ese vestido rojo con el que nos conocimos. Se me vienen tantos recuerdos a la mente que ya no sé en qué pensar, me bloqueó. Aprieto mis ojos, respiro hondo, cuento hasta tres para abrir los ojos. Uno, dos, tres… de pronto escucho a un grupo de personas decir:
-       ¡Sorpresa!
Me quedo atónito, estoy en la casa de mi tío Jaime. Está toda mi familia. Veo a mi primo Rodrigo, mi tía Lupita, y entre tantas caras conocidas la vuelvo a ver, con su vestido rojo brillante. Sus ojos brillan como dos diamantes, el mismo aroma de siempre, labios sensuales y suaves. De pronto veo un pastel, tiene mi nombre marcado, con el número treinta y siete. Empiezan a sonar las mañanitas, me quedo confundido, no sé si esto está pasando en verdad. Esto ya lo viví, solo lo estoy reviviendo, estoy como inconsciente y consciente a la misma vez. Volteo a ver a los invitados, y entre la multitud lo encuentro de nuevo, se me queda viendo, sus ojos negros con una mirada intimidante. No lo recuerdo haberlo visto antes, acaso era un nuevo invitado, o será que ya estaba ahí y no me había percatado. Escucho su voz.
-       Felicidades, ¿qué se siente cumplir treinta y siete años por segunda ocasión?
Vuelvo a sentir ese mismo escalofrío de antes, siento que mi sangre deja de fluir, mis músculos se contraen y cuando me doy cuenta que todo es obscuridad. Sé que está junto a mí, mirándome disfrutar nuestro último viaje. No sé qué sigue, cuál es el próximo destino, pasan los minutos y no sucede nada. Empiezo a escuchar una balada a lo lejos, va aumentando su volumen. La reconozco, la música empieza a fluir en mis venas, mil notas dentro de mi, pura felicidad en mi interior.

Mi cuerpo se balancea al ritmo de la música, como si estuviera bailando. Se me vienen a la mente varios recuerdos, esta canción, la escuché en la boda de mi hermano Santiago. De repente, estoy en la pista de baile, veo a todas las personas bien vestidas, con traje, vestido. Estoy sentado justo enfrente de la pista, veo a todos bailar, suena la misma balada que recordé. Y entre toda la multitud, se me viene un aroma peculiar. Volteo a buscar de dónde proviene ese exquisito olor. Me paro de mi silla, y de pronto la veo. Pelo castaño, sus labios color manzana, y ese vestido rojo radiante, que iluminaba toda la pista de hermosura y perfección. La agarro de la cintura, tomo su mano, y bailamos al ritmo de la canción. La ocasión es perfecta, no quiero que ninguna palabra se interponga en este momento. La balada llega a su fin, aplausos y gritos de alegría y felicidad se escuchan. Estoy feliz, no tengo descripción alguna para este momento. Son instantes en los que no quieres que acaben. Lo único que deseas es que pase lento el tiempo, y volver a vivir estos momentos una y otra vez. Empiezo a sentir un poco de frío, no puedo moverme, y en ese momento lo veo. Vestido todo de negro, al parecer le gusta ese color, es mi viejo amigo. Creo que la está pasando bien al parecer, al igual que yo.  Creo que lo único que me faltaba de mi vida era volver a vivir estos momentos inolvidables que siempre quedan en la memoria. La vida ha sido una gran oportunidad de gozar estos instantes que uno no los valora hasta que los vuelve a recordar y que mejor que volverlos a vivir.

Tal vez no había dado cuenta, o solamente no quise darme cuenta de lo hermoso que es la vida. Uno vive tantos momentos increíbles que no puede recordarlos todos. Creo que no tengo ni tendré algo con que agradecerle a la vida, por todo lo que me ha brindado. Un simple gracias no bastaría.
-       ¿Ya acabaste tu discurso conmovedor? - pregunta mi viejo amigo.
Volteo a verlo y justo cuando lo miro directo a los ojos, todo se vuelve obscuridad. Grito, me enfurezco con él, ese momento tan perfecto que estaba reviviendo se había ido.
-       ¿Acaso crees que con un simple gracias, bastará para pagarle a la vida todo lo que ha hecho por ti?, estás muy equivocado viejo amigo, no todo en tu vida es felicidad.     - me dice el hombre vestido de negro.
De tanto enojo empiezo a llorar, nunca me había sentido así de mal, excepto una vez. De pronto, estoy en un velorio. Dejo caer algunas lágrimas con sabor a tristeza. Está toda mi familia alrededor, siento que me abraza alguien. Es mi madre, está llorando como una niña pequeña. Había perdido a la persona más importante de mi vida, el que me enseñó a caminar, el que me dijo como tenía que enfrentar la vida sin temor al fracaso.
Se me viene a la mente una frase de mi padre: “Si no vives la vida como si fuera la única que puedes tener, entonces mejor no la vivas.” Me siento culpable por no haberle hecho caso, no me siento convencido de la vida que tengo. No he hecho todo lo que he querido, todo por el miedo a fracasar, como mencionó mi padre. A veces pienso todas las veces que quise hacer algo y no lo hice por el miedo a las consecuencias que conllevaba esa decisión. Por no sentirte incómodo, por pena, simplemente por ser diferente a los demás. Tal vez decepcioné a mis padres en varias ocasiones, pero ellos nunca se rindieron, siempre estuvieron ahí, junto a mí.
-       Al igual que yo, solo que nunca te diste cuenta. Solo ves lo que quieres ver, pura felicidad, nada malo. - Exclama mi viejo amigo.
Empiezo a reflexionar. Mi vida no la he vivido como si fuera la última, no he sacado lo mejor de mí. Es por eso que estoy recordando todos estos grandes momentos de júbilo y felicidad.  Para hacerme sentir alguien importante aunque no lo sea, pero estos recuerdos me hacen sentir una persona especial. Tal vez he cometido algunos errores en mi vida, pero sé que todos cometemos equivocaciones y tenemos mucho tiempo para reponerlos. A veces no valoras las oportunidades, momentos, seres queridos que tuviste hasta que los pierdes o los olvidas. Este viaje ha sido especial para mí.
-       Ya estamos llegando al final de nuestro viaje, mi amigo, creo que solo nos queda un lugar más por visitar.-Me dice mi viejo amigo.
Todo se ilumina, ahora en vez de obscuridad, todo es luz, radiante y blanca. Estoy acostado, no puedo moverme, la luz proviene de de una lámpara enfrente de mí. Escucho una voz, no sé de quién es, me siento mareado. Veo todo desenfocado, apenas y puedo percibir los colores de mi alrededor. Cierro y abro los ojos para ver si no es otro sueño. Se va la luz de enfrente, y veo la cara de un señor con barba y con poco cuero cabelludo.
-       ¿Cómo te sientes?, ¿te hizo efecto la anestesia, verdad? - pregunta el hombre con barba.
Al parecer es un doctor, ya que trae puesta su bata blanca, y sus lentes, típico atuendo de un doctor. Siento algo en mi brazo, volteo y es el tubo del suero inyectado en mi antebrazo. No sé que pasó, pero tengo el presentimiento que estoy en un hospital. Luego, el doctor me explica que tuve un paro cardíaco, es por eso que estoy recostado en urgencias.
-       Tuvimos que actuar rápido, por un momento pensamos que te habíamos perdido ya que hubo un instante en el que tu corazón no bombeaba sangre. Por suerte, reaccionaste y tu corazón, volvió a funcionar.- dice el doctor.
No tengo aliento para poder agradecerle, estoy impactado. Un paro cardíaco, y todavía no había vivido lo suficiente. Tal vez la vida me dio otra oportunidad de vivirla como si fuera la última vez. O solo fue suerte, algo que nunca me ha favorecido en los últimos años. En lo que me calmaba un poco, veo entrar a mi querida mujer y mis tres hijos. Veo en sus caras, angustia y preocupación, espero que sea por mi.

Me preguntan cómo estoy, les respondo con una sonrisa, he estado mejor. Aunque ya estén grandes mis hijos, nunca se les va quitar lo sentimental, y a eso me refiero a lo llorón. Les doy un fuerte abrazo, aunque no pueda levantarme mucho de mi cama. Les digo que todo va salir bien, que no se preocuparan ya que estás cosas pasan en la vida cuando menos te lo esperas. Mi cuerpo está muy débil, mis músculos no me responden, me siento cansado y viejo. Pero mi corazón siempre estará fuerte y joven cuando esté cerca de ustedes. El doctor les dice que se tienen que retirar de la sala, ya que necesito un poco de descanso, aunque ya haya tenido mucho durante los últimos años. Entonces antes de que se fueran, les digo a mis hijos:
-       Escuchen bien, y que no se les olvide una cosa, la vida puede ser dura y mala con ustedes. Así es la vida, un día anda de malas y a veces de buenas. Van a tener momentos en los que van a caer, pero cuando caigan no se rindan, así aprendemos. Pero ustedes pueden lograr todo lo que se propongan, disfruten cada momento de su vida. “Si no vives la vida como si fuera la única que puedes tener, entonces mejor no la vivas.”
Me dieron un fuerte abrazo y se marcharon de la sala. Mi mujer me dio un beso, y ese aroma perfumó toda la sala. El doctor apaga la luz, y todo se obscurece. Cierro los ojos, y vuelvo a pensar, todos los grandes momentos que viví. Lo vuelvo a ver, mi viejo amigo, esperándome para irnos.
-       El viaje terminó, espero que te haya gustado, porque a muchos que he invitado no les ha gustado.- dice mi viejo amigo.
Siento una paz interna, me siento tranquilo y satisfecho. Le agradezco a mi viejo amigo, por llevarme de vuelta a mis recuerdos más íntimos. Tal vez me haya quedado con las ganas de comerme unos últimos ricos tacos al pastor antes de partir, pero a veces la vida no te puede dar todo. Empiezo a sentir que mi sangre deja de fluir, no puedo mover ningún músculo, escucho poco a poco como los latidos de mi corazón empiezan a disminuir. No tengo palabras para describir este último momento en el que me siento aliviado y tranquilo por primera vez en mi vida. Cuando sientes que todo ha valido la pena vivir, cuando sabes que el destino de la vida la moldeaste tú mismo, y si te dieras cuenta que al fin y al cabo, todo lo que hiciste no valió para nada.
Aléjate de las cosas o las personas que no te dejan disfrutar, la vida es muy corta para estar con tontos. Yo no he muerto, vivir en el corazón de 
los que dejamos atrás no es morir. Por eso te vuelvo a repetir algo que un loco llamado Einstein dijo:
"Hay dos formas de vivir tu vida: primero, pensar que nada es un milagro y la otra es pensando en que todo es un milagro".







No hay comentarios:

Publicar un comentario