jueves, 15 de enero de 2015

El Gran Hotel Budapest: "Divertida Genialidad"



Wes Anderson ha logrado lo que puede ser su pieza maestra con “El Gran Hotel Budapest”.  El  filme comienza con un joven escritor (Jude Law) visitando el hotel, tras charlar con el conserje del hotel Mr. Jean (Jason Schwartzman), se da cuenta que hay un señor de edad sentado en la sala, quien resulta ser el Sr. Moustafa (F. Murray Abraham) quien es dueño de El Gran Hotel Budapest. De ahí en adelante el joven escritor le entra cierta curiosidad en conocerlo. Tras un descanso en las tinas del hotel, ambos se encuentran y  Moustafa lo invita a cenar para contarle cómo se convirtió en el propietario del hotel. Ya en la cena es  cuando todo comienza utilizando un flashback,  las aventuras de Gustave H (Ralph Fiennes) y  Zero Moustafa de joven (Tony Revolori), el botones que se convierte en el amigo en el que más confía y en su protegido.

Todo marchaba en orden a pesar de la complicada situación económica y la inestabilidad política de esos tiempos, hasta que Gustave comete un serio robo. Una valiosa pintura renacentista de una de sus muchas amantes, pero en éste caso la mujer ya había fallecido. Después del velorio las cosas se alteran ya que gran parte de la fortuna de la señora se lo deja al Sr. Gustave, que cabe destacar que la señora difunta tenía mucho dinero. La familia de la fallecida no está dispuesta a ceder en su empeño, y aparece la imperiosa necesidad de encontrar al ladrón y de alguna manera deshacerse de él. El elenco que logra reunir Anderson es increíble, Edward Norton, Adrien Brody, Bill Murray, Willem Dafoe, entre otros que podría seguir mencionando y destacar su actuación.


Anderson, como es habitual de él, nos vuelve a crear un mundo surreal donde parecería que estamos viendo un “cartoon” o una de las películas mudas de principios del siglo XX.  Una comedia muy divertida, la cual Anderson mantiene con los  mismos principios narrativos desde que hizo “Academia Rushmore”, es decir, la dictadura del plano fijo vertical, rima continua de colores y sonidos, el genial juego continuo entre el relato hablado y el estrictamente cinematográfico. Cabe mencionar el exquisito guión de Wes Anderson y la sublime actuación de Ralph Fiennes y como mencioné anteriormente el muy buen trabajo técnico que suele darnos Anderson. “El Gran Hotel Budapest” se desarrolla con una fluidez de esas aventuras cinematográficas que ya no vemos tan seguido, donde se sitúan terrenos desconocidos y que aún semejaban una especie de hogar. Los paisajes, las actuaciones, los diálogos, la fotografía simétrica, y la excelsa dirección, juntos forman una hermosa sinfonía convertida en una fascinante película.

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